El expresidente de Estados Unidos sostiene que los elevados aranceles buscan restablecer el equilibrio comercial y presiona a China a flexibilizar su acceso a empresas estadounidenses.
El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, defendió este jueves la imposición de aranceles de hasta un 80 % sobre los productos importados desde China, calificándolos como «apropiados» frente al desequilibrio comercial entre ambas potencias. En declaraciones durante un acto de campaña, Trump aseguró que estas medidas son necesarias para proteger a la industria estadounidense y para “corregir años de abusos económicos por parte de Pekín”.
«China ha tenido acceso libre al mercado estadounidense durante décadas, mientras mantiene restricciones severas al ingreso de nuestras empresas. Eso tiene que cambiar», afirmó Trump. Además, instó a las autoridades chinas a abrir su mercado a las inversiones extranjeras y eliminar barreras que, según él, perjudican la competencia justa.
Las declaraciones del exmandatario se producen en un contexto de creciente tensión comercial y tecnológica entre Washington y Pekín. Desde su primer mandato, Trump ha promovido una política arancelaria agresiva, argumentando que es una herramienta para incentivar la relocalización de empresas y fomentar la producción interna.
Economistas y sectores empresariales han expresado preocupación sobre los posibles efectos colaterales de estas medidas, incluyendo el encarecimiento de insumos industriales y productos de consumo. Sin embargo, Trump sostiene que los aranceles son una forma efectiva de presionar a China para renegociar las condiciones comerciales y restaurar lo que considera una “relación desigual”.
En el marco de esta disputa, la postura del expresidente vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre el proteccionismo económico y sus implicaciones para las cadenas globales de valor, especialmente en sectores como la manufactura, tecnología y agroindustria.
La reacción de China ante estas declaraciones no se ha hecho esperar. Medios estatales han calificado la propuesta como “injustificada” y “contraria al espíritu del libre comercio”, aunque hasta el momento no se han anunciado nuevas represalias arancelarias.
La comunidad internacional observa con atención esta nueva escalada, que podría impactar nuevamente en los flujos de comercio mundial y en los mercados emergentes, particularmente en aquellos países que dependen del intercambio con ambas potencias