En un discurso contundente, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, advirtió sobre un cambio estructural en el comercio mundial que amenaza con debilitar décadas de progreso económico. Bajo el título “Hacia una economía mundial mejor equilibrada y más resiliente”, la líder del organismo internacional analizó los efectos adversos del proteccionismo, la desconfianza global y la creciente fragmentación de los mercados.
Georgieva describió el momento actual como un punto de inflexión. “Estamos presenciando un reseteo del sistema de comercio internacional. Las reglas que antes favorecían la cooperación están siendo reemplazadas por políticas unilaterales, restricciones arancelarias y subsidios que distorsionan la competencia”, afirmó. Para el FMI, esta tendencia representa una amenaza directa al crecimiento sostenido, la innovación y la estabilidad financiera global.
El FMI advierte que la arquitectura económica mundial, basada durante décadas en la apertura comercial y la integración de cadenas de suministro, está siendo reemplazada por una visión centrada en la autosuficiencia y la rivalidad estratégica. El resultado: caída en la inversión privada, menor productividad, inflación más persistente y desaceleración del comercio global.
Según Georgieva, “el sentimiento de injusticia en el comercio ha derivado en la creencia de que algunos países juegan con reglas desleales. Esto ha dado lugar a decisiones que, aunque comprensibles desde la óptica nacional, están desmantelando el sistema multilateral que permitió el crecimiento global durante los últimos 30 años”.
Uno de los efectos más visibles es la deslocalización de cadenas de valor. Las grandes economías están reconfigurando sus procesos productivos para reducir la dependencia de mercados estratégicos, especialmente en sectores sensibles como el tecnológico, farmacéutico o energético.
Georgieva fue enfática al señalar que los países en desarrollo, particularmente aquellos con economías pequeñas y abiertas como El Salvador, enfrentan los mayores desafíos en este nuevo escenario.
“La exposición a los shocks externos, las restricciones financieras y la pérdida de acceso a mercados dinámicos colocan a estas economías en una situación de vulnerabilidad estructural. Cuando los gigantes se enfrentan, las economías pequeñas terminan atrapadas en el fuego cruzado”, sostuvo la directora del FMI.
El discurso cobra relevancia para naciones centroamericanas que dependen en gran medida del comercio exterior, las remesas y los flujos de inversión extranjera. En este contexto, el rol de instituciones multilaterales y los acuerdos comerciales regionales se vuelve crucial para mitigar el impacto.
Soluciones propuestas: resiliencia, reglas claras y cooperación
Lejos de un tono catastrofista, Georgieva ofreció una hoja de ruta para evitar que esta fragmentación desemboque en una recesión global. El FMI propone:
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Fortalecer los marcos de política fiscal y monetaria, asegurando la estabilidad macroeconómica interna.
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Invertir en capacidades productivas y diversificación, para reducir la dependencia de sectores vulnerables.
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Preservar el comercio abierto, garantizando que las nuevas reglas de juego promuevan competencia leal y acceso equitativo.
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Impulsar el multilateralismo como base para enfrentar desafíos comunes: cambio climático, digitalización, seguridad alimentaria y estabilidad financiera.
“El comercio es como el agua: si se le bloquea un camino, encontrará otro cauce, pero no sin generar costos. Debemos evitar que la fragmentación se vuelva permanente. Es tiempo de reconstruir la confianza”, subrayó.
Perspectivas económicas: crecimiento más lento, pero sin recesión
Pese al entorno desafiante, el FMI no proyecta una recesión global en el corto plazo. No obstante, la organización reconoce que el crecimiento será más modesto y desigual entre regiones, con mayores riesgos para economías frágiles o con alta dependencia de exportaciones.
En este escenario, El Salvador deberá mantener su disciplina macroeconómica, buscar nuevos socios estratégicos y aprovechar los acuerdos vigentes, como el DR-CAFTA, para preservar su inserción internacional. Asimismo, sectores industriales como el manufacturero, el farmacéutico, el agroindustrial y el textil pueden desempeñar un rol clave en la construcción de una economía más resiliente y competitiva.